miércoles, 20 de noviembre de 2013

MEDIACION PARA RTVV

El tiempo corre y el cierre completo de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV) está cada vez más cerca si nadie da el primer paso para remediarlo. Estamos viviendo una situación convulsa de la que todos eluden la culpabilidad pero en la que todos tienen responsabilidad. Entre todos la mataron y ella sola se murió, es la gran verdad que a día de hoy esconde Ràdio Televisió Valenciana. Una gran verdad que ocultan todos los procesos de negociación fallidos. La negociación por sí sola y con la ausencia de un fin común de las partes difícilmente alcanza su objetivo.
El proceso de negociación o la falta de este se ha convertido a su vez en parte del debate. Un conflicto de este calibre exige por parte de todos la voluntad de negociar, una voluntad que no solamente no se ha dado sino que se ha menospreciado. La realidad es que a estas alturas poco importa lo acaecido pero si lo que está por suceder. La realidad es que al haber alcanzado el punto en el que la mejor alternativa a un acuerdo negociado se ha desvanecido, un proceso de mediación contribuiría a lograr un entendimiento que evitase el cierre o limitase los efectos negativos de éste. Los términos de dicho acuerdo en un proceso de mediación se fundamentan en las posiciones alcanzadas conjuntamente por las partes.
El devenir de RTVV lleva sonando mucho en nuestros oídos pero más en el de todos los afectados en el conflicto, de ahí la importancia de buscar un fin aceptable para todos. Aquel del que todos se puedan sentir participes. Un fin justificable y admitido por las personas a las que representan. Al hablar de los posibles tiempos de la mediación, nos encontramos en el momento idóneo porque las partes son conscientes de lo que pierden de no producirse un acuerdo, esto es, son más proclives al entendimiento, a ceder en pro de una solución común.
Lamentablemente, al analizar el conflicto más allá de la inmediatez corremos el riesgo de cerrarlo en falso. Las actuaciones y actitudes hasta ahora exhibidas vaticinan un nuevo parche en la historia de RTVV y en la de la Comunidad Valenciana. Un nuevo escollo que no será fácilmente olvidado por los ciudadanos y sin duda nos perjudicará a todos, estemos o no involucrados directamente en el cierre. El abogar por una mediación es la solución más plausible, al aportar a la solución del conflicto la imparcialidad necesaria, al garantizar la representatividad de las partes y al perseguir un proceso que busque el bien común.
Independientemente de las motivaciones individuales, la continuidad de RTVV beneficiaría a las partes implicadas. Este fin común, la persistencia de ente público, da lugar a que el proceso de mediación cobre relevancia, al permitir a las partes posicionarse dentro de una zona de posible acuerdo. La importancia de la identificación de las zonas del acuerdo no solamente implica un posicionamiento de mi persona sino un posicionamiento propio en relación con los demás interlocutores de la mediación.
La mediación no elude ni busca eludir ningún tipo de responsabilidad legal o de gestión, pero sí que contribuye al reconocimiento tardío y esperemos que no póstumo de Ràdio Televisió Valenciana.

PETICION DEL PROCURADOR ESPAÑOL JESÚS RIVAYA CAROL AL PARLAMENTO EUROPEO EN RELACIÓN CON EL ANTEPROYECTO DE LEY DE SERVICIOS Y COLEGIOS PROFESIONALES

El Anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales propuesto por el Gobierno de España ,bajo el pretexto de continuar con la trasposición de la Directiva de Servicios de la U.E , requiere a petición de este ciudadano Europeo la realización de diversas consideraciones por las Autoridades Europeas al Gobierno del Reino de  España.

Dicho anteproyecto crea en determinadas profesiones confusión a los consumidores y usuarios al permitir el doble ejercicio Profesional a determinados colectivos como el de Abogados y el de Procuradores de los Tribunales y  no estableciendo una reserva de actividad para profesiones concretas que han tenido un respaldo social e institucional por Jueces y Magistrados y demostrando su eficiencia durante siglos.

El citado anteproyecto al desregularizar determinadas profesiones, que de facto ejercían actividades de función pública, como los Procuradores ,con el respaldo de los usos consuetudinarios en la Administración de Justicia , e incluso con determinado respaldo legal procesal ,no permite crear una mayor competitividad en el mercado ,antes bien crea una inseguridad jurídica a consumidores y usuarios al dejar al mercado la determinación del precio en lo que era antes un cierto y conocido precio público por el usuario que recibía el servicio.

Por otro lado el Anteproyecto mencionado facilita las situaciones de abuso de posición dominante de grandes corporaciones sobre los profesionales que ejercen actividades de servicios relacionadas con Derechos fundamentales de los ciudadanos ,como son los de defensa y representación jurídica de consumidores y usuarios ante los Tribunales  , ya que quien produce reclamaciones en masa ante los Tribunales, como son la entidades financieras, están en posición de imponer sus precios por esos servicios, frente al usuario que no produce reclamaciones en masa ante la Justicia y que solo precisa de los servicios de defensa y representación legal muy puntualmente. Esto previsiblemente producirá  un fenómeno de precarización de los pequeños profesionales liberales y una  evidente desigualdad de unos consumidores y usuarios de los servicios de Defensa y Representación ante la Justicia respecto a otros consumidores y usuarios que producen ante ella reclamaciones en masa.

 La desregulación de determinados precios públicos en algunas de estas profesiones ,como los Procuradores , por otro lado puede producir una inflación de precios de los servicios sobre los consumidores y usuarios que  no ostentan posiciones dominantes para imponer sus precios , al dejar de cumplir aquellos ,como precios públicos , por su escasa cuantía económica, una función social moderadora y de seguridad jurídica  en actividades relacionadas con la representación de los  derechos de los ciudadanos  ante los Tribunales .

La amplia desregulación de los Colegios Profesionales contemplada en el anteproyecto aludido  ,lejos de facilitar las potenciación de la sociedad civil intermedia en el Estado y liberalizar las  estructuras de aquellos haciéndolas más diáfanas, las hace más débiles e inoperantes  al limitar su capacidad financiera necesaria para poder otorgar prestaciones técnicas  de calidad  a sus colegiados , prestaciones tales como la formación continuada.


Por todo ello pido a las Autoridades de la Unión que apelen al Gobierno del Reino de España a la consideración de todas estas cuestiones, que van más allá del cumplimiento de los trámites legislativos, por lo que suponen todo un proyecto de ingeniería social y económica bajo el pretexto de la competitividad y la trasparencia de los mercados y excusándose en un mandato Europeo.

EL PELIGRO SISTÉMICO BANCARIO

La Banca, cuando las cosas han ido bien, ha ganado mucho dinero; y no hay nada que objetar, si ha obtenido esos beneficios legítimamente, sin engaño. Sin embargo, cuando las cosas han ido mal, se han socializado sus pérdidas, con cargo al erario público, con el pretexto de no incurrir en un caos sistémico.

La Banca y el Estado son cautivos uno del otro. Con el dinero que recibe la banca española del Banco Central Europeo se compra deuda pública a unos diferenciales que llegan al 300%. Esto supone una mutua dependencia.

Algunas entidades bancarias son buques insignia en el mercado exterior. Sin embargo, no puede ser patente de corso para ciertas actuaciones de sus consejos de administración. Concretamente, hemos asistido a auténticos desvaríos en las indemnizaciones y privilegios a consejeros y ejecutivos. Cabría argüir que los Bancos no intervenidos, pudieran seguir actuando como hasta ahora: que sus accionistas decidan las atribuciones que otorgan a los consejos de administración. Pero esto sería, en mi opinión, perverso.

Habitualmente los consejos de administración representan a grupos o familias que ostentan porcentajes minoritarios de las acciones de una entidad financiera. Es también frecuente sustituir la prima de asistencia por un regalo, con el fin de delegar el voto en el propio consejo de administración.

A este tipo de corrupciones hay que ponerle freno. En una situación como la actual, en la que no hay fluidez en el crédito,  y a su vez se ejecutan sin piedad los créditos morosos, amparándose en la seguridad jurídica, no es admisible que esas minorías que controlan los consejos de administración lo hagan a sus anchas, sin que el regulador, a su vez, haga nada o mire hacia otro lado. No es cuestión sólo de ricos o pobres, sino de algo ejemplar y ejemplarizante, que no se resuelve con un recorte del 20% de las retribuciones a los altos ejecutivos.

Hay otra razón que sustenta la afirmación anterior: el pequeño accionista podría ver recompensados sus ahorros, con dividendos algo mayores, si esa sangría de indemnizaciones, planes de pensiones millonarios, uso de aviones de la entidad, dietas de asistencia a consejos, etc. se le pusiera fin. El pequeño ahorrador lo merece.

La solución pasa por un cambio legislativo que exija, para la aprobación de acuerdos, por las asambleas generales de la Banca, ser consensuados por dos tercios del accionariado.


Esta medida, a mi modo de ver, sería bien recibida no sólo por los accionistas, sino por la población en general, que vería en ella una auténtica integridad tanto del Estado como de las entidades bancarias. El “ajuste” y los “recortes” serían admitidos por los ciudadanos, evitando un peligroso y sistémico cáncer social, mucho mayor que el bancario: la desafección por la cosa pública y la consideración de que la clase política, sindical y banquera es uno de los mayores males que nos aquejan.

El Anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales, los Stakeholders y la Competitividad

Cuando Edward Freeman definió los stakeholders hacia 1984 en  su obra -Strategic Management: A Stakeholders Approach- como ”Aquellos públicos a los que pueden afectar o son afectados por las actividades de una empresa”, yo habría modestamente añadido , “Son aquellos grupos de  públicos a los que pueden afectar o son afectados por las actividades de una empresa o  por las actividades de un ejercicio   profesional”

El anteproyecto Español de ley de servicios pretende introducir, con el pretexto de cumplir los requerimientos Europeos en materia de servicios y bajo la  simulación  de aumentar la competencia en el mercado  en defensa de consumidores y usuarios ,un alineamiento con los intereses de grupos de presión económicos ,permitiéndoles en definitiva imponer sus pretensiones desde lo que ha sido la mirada indiferente del Tribunal de Defensa de la Competencia Español hacia prácticas de abuso de posición dominante de aquellos oligopolios.

El lenguaje puede parecer sacado de un libro del siglo XlX , pero situaciones similares se reproducen en el siglo XXl.

A la ciudadanía ,si se le cuenta  que para acceder a una profesión liberal no van a exigirse especiales requerimientos, que los precios de las actividades profesionales van a estar determinados  por un mercado libre y competitivo, que solo las actividades de interés público van a estar sometidas a reserva de actividad , que el ejercicio de una actividad profesional puede ejercerse sin necesidad de una regulación pormenorizada, y que en los Colegios Profesionales se va a profundizar en su democratización; la ciudadanía compra el mensaje. El problema es lo que subyace en él y a los intereses reales a los que sirve.

La compra del mensaje se alienta ante algunas situaciones en las que determinadas  actividades profesionales se realizaban  con oscurantismo, las corporaciones profesionales eran de hecho cortijos caciquiles con sistemas de participación endogámicos, donde los consumidores y usuarios se perdían en reclamaciones a los órganos de gobierno en exigencia de explicaciones sobre  el uso de códigos de buenas prácticas por los  colegiados. Aquellos  polvos, pese a la producción legislativa de los últimos años, tratando de poner orden en  todo esto, ha traído el lodo del anteproyecto Español de ley de servicios y colegios profesionales. No la coartada de directiva Europea alguna para su trasposición en la forma que  se pretende.

Dicho anteproyecto va a convertir a toda la sociedad Española en un inmenso  stakeholder en el que nadie va a escapar de verse afectado profunda y negativamente por las decisiones a las que se van a ver abocados a tomar numerosos colectivos que prestan servicios profesionales y que tienen una profunda incidencia social y económica. Esto no es una cuestión  de corporativismo defensivo, si no, al tiempo.

Las clases medias profesionales van a caer en manos de los oligopolios que campan en nuestro país. Ellos impondrán más impunemente sus precios en el mercado, como vienen haciendo en muchos casos. Como muestra valga el que la Organización de Consumidores y Usuarios, que ha reunido a más de 400 mil consumidores de energía eléctrica y ha tratado de subastar a la baja los contratos de suministro eléctrico al mejor postor, solo parece que ha conseguido, de momento, algún comentario displicente de las grandes  eléctricas.

El estado del bienestar y la protección de derechos  constitucionales tan elementales como el derecho de acceso a la justicia en condiciones de igualdad, pudiendo contratar una defensa ante los Tribunales en las mismas condiciones que los más poderosos, o los de prestaciones de servicios  sanitarios y de educación, cuando estos no son públicos,  exigen también que algunas de estas actividades, precisamente por su especial incidencia e interés social, estén reguladas y no pueda dejarse ello al albur del mercado. Un medicamento en la farmacia, una prestación sanitaria en un seguro privado, la defensa de un derecho ante los Tribunales, la gestión procesal de un pleito, la educación no gratuita, no pueden dejarse a la exclusiva merced de la oferta y demanda por el mero hecho de ser actividades no prestadas en exclusiva por el estado, so pena de que la calidad de las mismas se resienta profundamente y originen grandes disfunciones para los usuarios y para los prestadores del servicio.
Valga un ejemplo. A un banco le va a ser más económico  contratar a un Abogado para defender sus intereses que al ciudadano  que quiera contratar  a otro Abogado  para defender los suyos frente a  ese Banco. La entidad produce pleitos en masa y puede imponer un precio al profesional, si quiere trabajar con el Banco, el otro ciudadano, si no es acreedor de justicia gratuita, habrá de pagar  lo que el mercado establezca. Al final , el resultado, es la desigualdad de unos respecto a otros en aspectos que afectan a derechos tan elementales como los relacionados con la Justicia. Cuestión esta, ajena al igualitarismo y no a la igualdad, y que en nada contradice  con aquellas diferencias que nacen del mérito, la capacidad, la innovación y el emprendimiento.

Algunas Profesiones como las de Procurador de los Tribunales y Abogado se quieren mezclar  y acabar con las reservas de actividad para cada una de ellas. Es algo así como si a un Juez le permitiéramos un día ponerse el traje de Fiscal y al siguiente el de  Juez, o   a un Notario un día de Registrador y el siguiente de Notario o a un Farmacéutico un día de Farmacéutico y al otro de Químico. Indudablemente este burdo ejemplo solo pretende hacer notar que muchas Profesiones son diferentes, aunque tengan  elementos de conocimiento y praxis comunes, incluso actividades con similitudes. No por ello vamos al veterinario a que nos cure una herida, aunque sin duda sabría hacerlo. Si una profesión está vacía de contenido desaparece, pero cuestión diferente es que la actividad que  se  realiza  en una profesión sea indiferente que la realice otra. Si hablamos de funciones, quizá  las del ministro de economía las podría realizar el de hacienda y viceversa, o ya puestos ,quitamos uno y que el otro haga las dos funciones. Esto lo entiende un niño.

Estado social de derecho, economía de mercado y competitividad son conceptos no reñidos, si lo que subyace con ciertas reformas, en nombre de aquello, no es simplemente crear  un sistema en el que a los oligopolios, los propios y los ajenos,  se les tenga  calmados  en nombre de determinadas libertades económicas o por ciertas dependencias de ellos, y a cambio  precarizar a numerosos sectores de  una sociedad bajo la excusa de dinamizarla.

 Sin la menor duda , no toda empresa grande, fuerte en el mercado  y rentable , que en definitiva cumple un fin económico y social  se identifica por ello como  parte de un oligopolio , lo que no obstaría para tomar medidas  si actuaran de hecho como tales oligopolios o  si se constatara por su forma de interactuar  que hacen  gentlemman’s agreements por debajo de la mesa. El cercenar la libertad y regular todo a nadie le gusta, pero dejar a la intemperie del mercado desregulando determinadas actividades puede tener un efecto negativo boomerang contra quien lo lanzó, además de dar pie a  cierta  “impunidad en las prácticas y usos comerciales ” de unos pocos consumidores masivos de servicios ,frente a la mayoría de los consumidores y usuarios.

Al final, si el anteproyecto no se modifica profundamente, la sociedad, toda la sociedad, se va a convertir en un  stakeholder en el que el ejercicio de numerosas actividades profesionales va a repercutir negativamente en ella al disminuir el consumo por la precarización de más población, aumentado las listas de parados con los empleados relacionados y dependientes de  muchas  profesiones afectadas por el anteproyecto. Esto, reduciría los ansiados ingresos fiscales para sostener a un estado que da la sensación ,en muchas ocasiones, que duda de si mismo. A su vez , la presión desmedida de los consumidores más fuertes ,a la postre, podrá provocar temporalmente efectos dumping en los precios de determinados servicios prestados a sectores puntuales como el de seguros, con el efecto de  baja de calidad del servicio para sus usuarios. Por el contrario ,el anteproyecto, lejos de conseguir un mercado más competitivo, diáfano y autoregulado  ,en el que los jóvenes encuentren trabajo , existe el riesgo de que muchos  jóvenes profesionales ,sin posibilidad de resistencia económica ante la presión de un mercado mediatizado de facto por los abusos de posición dominante de grandes consumidores , se produzca  un  ajuste en el tamaño de ciertas profesiones y por ende en  su oferta de servicios ,corriendo el peligro ,eventualmente, de  una inflación de precios en las actividades de esas profesiones que se  desregularan.


 Pese a todo ello seguiremos sosteniendo a los oligopolios en un “mercado con la  impunidad de los grandes” para que no nos “monten” un caos sistémico, dejándonos  sin luz, sin gas, sin gasolina, sin crédito, sin teléfono, sin medicamentos, y sin vida;pero aún así  el  Tribunal de Defensa de la Competencia y el Ministro del ramo sobrevivirán.